El nonno Pachito se translada a Colombia...

Al terminar la guerra recibe licencia para regresar a su hogar; se alista y se embarca en un tren en la ciudad de Udine que lo lleva hasta su casa en Villammare (Provincia de Salerno) donde es acogido cariñosamente  por sus familiares y vecinos.
Ya establecido en su entorno habitual, en el ano 1919, el rey de Italia, Vittorio Emanuele III le hace llegar la Cruz (Croce) al mérito di Guerra, una condecoración que le fue otorgada por su destacado desempeño en combate.



Después de su hija Rosina, llegan a agrandar su familia otros tres hijos: Graziella en 1920, Pietro en 1921 y Gina en 1922.
A pesar de estar gozando de un periodo de armonía familiar no dejó de preocuparle una situación particular que se desplegaba delante de sus ojos: un país cansado  por las guerras, un gran desajuste económico que golpeaba a toda Italia, una inflación galopante y la frustración de miles de excombatientes en búsqueda de oportunidades de trabajo, todo lo cual contribuyo a crear un ambiente de incertidumbre respecto a su futuro.
Surgió entonces la posibilidad de emigrar a Barranquilla, un lugar del todo desconocido para él, situado en la costa norte de un país llamado Colombia en la lejana América del sur.



En esa ciudad ya se encontraba radicado desde 1911, su hermano Vincenzo Botta, quien se había consolidado como un exclusivo comerciante en el negocio del mármol dirigiendo un establecimiento llamado “Marmolería Botta” dedicado a la importación y comercialización de mármol de Carrara. Varias iglesias de Barranquilla aun conservan imágenes esculpidas en su taller artístico.

Francesco toma la decisión de viajar y en 1924, a la edad de 34 años, llega a Barranquilla; una vez organizado alquila dos locales en el Mercado Público Municipal donde abre un almacén en el que ofrecía artículos alimenticios de procedencia italiana y nacional.

El nonno me contó que mensualmente lo visitaba el agente regional de una firma genovesa llamada “Centurione” quienes eran los importadores de productos tales como aceite de oliva, almendras, ciruelas y uvas pasas, aceitunas, granos y legumbres deshidratados que conformaban su exótica oferta de delicias italianas.
Allí durante muchos años desarrolló su actividad comercial ganándose el afecto y el aprecio de su leal clientela. 
El 7 de enero de 1937 el rey de Italia le envía la condecoración de la “Stella al merito del Lavoro all’Estero” distinción que se otorgaba a los nacionales italianos que se habían destacado por su desempeño laboral en el exterior.

                      


En esta foto aparecen  las medallas recibidas durante su vida: Cruz de Guerra al valor militar  (1919), Estrella al Mérito por su desempeño laboral  en el exterior (1937), conmemorativa de la Gran Guerra por la civilización, conmemorativa de la Guerra Italo-Turca (1911-1912) y conmemorativa de la campaña durante la Primera Guerra Mundial (1915-1918).

Los 4 hijos que tuvo el nonno Francesco recorrieron estos caminos:
Mi mamá Rosa Botta se casó en Villammare con Alfredo Violi Sergi con quien tuvo dos hijos, Roberto y Dino.
Pietro Botta, mi tío, murió soltero a causa de una enfermedad pulmonar  que contrajo durante la Segunda Guerra Mundial cuando formaba parte, como soldado,  del ejército italiano.
Gina Botta, mi tía, contrajo matrimonio con Vincenzo Barbuti; de esta unión nacieron dos hijos,  Riccardo y Franco. Ella nació el 23 de mayo de 1924 y falleció el 17 de marzo de 1953 a causa de un infarto.
Graziella Botta, mi tía, se casó en Barranquilla con Antonio Savarino y tuvieron tres hijos: Marisa, Giuseppe y Piero.
El nonno Francesco Botta falleció en Barranquilla el 21 de mayo de 1961, a la edad de 71 años a causa de complicaciones cardiovasculares.

Era un personaje especial a quien siempre admiré y nunca olvidaré.



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