Soplaban vientos de guerra: hora de emigrar para los Violi Botta
En Europa soplaban
vientos de guerra. Todo el continente europeo estaba convulsionado. Hitler, el dictador alemán, había empezado
todas sus maniobras
para llevar a cabo su política expansionista e iba a invadir con sus
poderosos ejércitos
a las naciones vecinas:
Austria, Checoslovaquia y Polonia.
Mi tatarabuelo materno, Francesco Botta Marrone ya estaba establecido en Barranquilla (Colombia) desde 1924 donde tenía un negocio de productos
alimenticios (aceite de oliva, vinos, aceitunas, frutos secos etc.) que vendía en un local ubicado
en el mercado público municipal.
Él fue el que convenció
a mi bisabuelo Alfredo, su yerno, a trasladarse a Barranquilla pues tuvo la suficiente visión para darse cuenta que en Europa
se iba a desencadenar un conflicto de gigantescas proporciones con unas consecuencias impredecibles.Y no le faltó la razón.
Estalló la segunda
guerra mundial que se realizó entre septiembre de 1939 y finalizó
en 1945 ocasionando la muerte de 50 millones
de personas. En este momento mi bisabuelo con su esposa e hijo pequeño, Roberto,
se embarcó en Nápoles,
en el vapor llamado
“Virgilio” con destino
a Barranquilla. Después de 30 días de navegación llegaron al puerto
de Colón (República de Panamá),
la última escala antes de llegar a Barranquilla a finales de febrero de 1940 a bordo de otro vapor.
La llegada a Barranquilla se produjo
en el muelle de Puerto Colombia
que era el lugar a donde podían atracar
los buques trasatlánticos de gran calado.
En este momento no estaba habilitado el canal
navegable que desde las Bocas de
Ceniza se conecta con el terminal
marítimo de Barranquilla.
(Crónica realizada entre Diego Latorre Violi y Roberto Violi Botta, su tío abuelo)