Inmigrantes europeos a finales del siglo XIX y principios del XX en USA y Colombia (Tercera parte)


América se fue poblando rápidamente de emigrantes llegados principalmente de Europa y Asia.
Ante esta anunciada avalancha de emigrantes que ansiaban desembarcar en el continente americano, muchos países de América se apresuraron a manifestar que estaban dispuestos a acoger a estos millones de trabajadores.
Fue así que se abrieron las puertas generosas de Brasil, Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Canadá, Venezuela, Perú y Chile para permitir la entrada de esta mano de obra barata que le traería a esas naciones gente con nuevas ideas, oficios, pago de impuestos y desarrollo de los bienes inmobiliarios entre otros beneficios.


Para cualquier despreocupado observador no habrá pasado desapercibido que entre esa lista de naciones no aparece el nombre de Colombia: desde la época de la independencia en 1819 hasta nuestros días, ningún gobierno colombiano ha alentado la expedición de leyes estimulando el recibo de inmigrantes en el vasto pero deshabitado territorio nacional.
Los pocos ciudadanos extranjeros que desembarcaron en las costas colombianas lo hicieron o porque llegaron aquí equivocadamente o porque el barco hizo una escala no programada o porque algún paisano, amigo o familiar lo convenció de quedarse. Fue una presencia decididamente voluntaria y como todos lo sabemos, fue muy reducida. Son cifras que no inciden, ni siquiera tangencialmente, en los índices poblacionales nacionales.
Las compañías navieras en todo el mundo se percataron del gran negocio que significaba ofrecer  a tantos emigrantes  la posibilidad de embarcarse en sus vapores.
Sólo para señalar un dato aislado, según el Departamento de Inmigración de Estados Unidos, entre 1870 y 1918, llegaron a USA alrededor de 35 millones de viajeros extranjeros de toda clase de nacionalidades.

Centenares de vapores navegaron por todos los océanos transportando a miles de pasajeros en cada travesía. En el caso de Colombia, los puntos de llegada eran Sabanilla, Puerto Colombia y Cartagena donde hacían escala los barcos de la compañía NGI, Navigazione Generale Italiana. Con una frecuencia de llegada de un vapor cada mes el "ORAZIO" y el "VIRGILIO" (bautizados así para honrar a dos celebres poetas de la antigua Roma) atracaban en puertos colombianos desde el año 1928 hasta 1941 atendiendo con relativa regularidad esta ruta sudamericana.

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