Cómo llegué a Colombia desde Italia: una historia de la Segunda Guerra Mundial

En compañía de mis padres, Alfredo Violi Sergi y Rosina Botta Milone, nos encontrabamos listos para viajar a Barranquilla (Colombia) donde nos esperaba mi abuelo materno, Francesco Botta, quien insistentemente nos había sugerido de hacerlo ante el inevitable estallido de la Segunda Guerra Mundial.
La decisión de efectuar este viaje, a finales de 1939, estaba rodeada de unas características totalmente inesperadas. Debíamos embarcar en Napoli en el vapor Virgilio y de allí, hasta nuestro destino final,
haríamos escalas en Génova, Marsella, Barcelona, Santa Cruz de Tenerife (en las islas Canarias), La Guaira (en Venezuela), Cristóbal (en Panama) y finalmente, en Puerto Colombia.
La situación en Europa se había tornado extremadamente tensa y las cosas parecían que se encontraban fuera de control; se respiraba una atmósfera llena de preocupaciones e incertidumbres.
Y no era para menos: el 13 de marzo de 1938, el dictador nazi Adolfo Hitler había anexado Austria al territorio alemán; en el transcurso de 1939 sus tropas fueron invadiendo escalonadamente Checoslovaquia, Polonia, Dinamarca y Noruega. En respuesta a estas agresiones, el 3 de septiembre de 1939, Gran Bretana y Francia le declararon la guerra a Alemania. Comenzaba así la Segunda Guerra Mundial con consecuencias fatales y con grandes pérdidas de vidas humanas en los cinco continentes.
Con este oscuro panorama que se estaba desarrollando en el escenario europeo, dimos comienzo a nuestro viaje. Partimos en tren desde Sapri con destino a Napoli; nos acompanaban mi nonna Angelina Milone y mi tia Graziella Botta.



Al llegar al puerto napolitano nos dirigimos a las oficinas de la NGI, Navigazione Generale Italiana, compania naviera operadora del vapor Virgilio, situadas en la Via Nicola Amore, donde nos informaron que la nave tenia un leve retraso y que llegaria al puerto dentro de una
semana. Estuvimos en un hotel hasta que nos confirmaron la fecha del embarque; iniciamos nuestro itinerario sin ulteriores contratiempos haciendo las escalas de Genova, Marsella, Barcelona, Santa Cruz y La Guaira. Alli nos enteramos que el barco no haria escala en Puerto Colombia y que nos dirigiriamos al puerto panameno de Cristobal.

Piroscafo Virgilio de 11.700 toneladas


Allí nos dejó el Virgilio quien se devolvió a Italia apenas se conoció la triste noticia del incendio y naufragio de su barco gemelo el Orazio el cual se produjo en el golfo de Lyon, en la costa francesa,
el domingo 21 de enero de 1940. En esa catástrofe murieron 106 personas y los restos calcinados del barco reposan en el fondo del mar, frente al puerto de Toulon.
No supimos con precisión porque el Virgilio no hizo escala en Puerto Colombia; parece ser que, por lo avanzada que estaba la guerra en esos momentos, no había carga ni pasajeros para transportar a Europa. ¡A quién se le ocurriría viajar a ese escenario de destrucción y muerte en esa época!
A pesar de no estar preparada militarmente para tomar parte en este conflicto mundial, el dictador Benito Mussolini condujo a Italia a la guerra enviando sus tropas al combate, al lado de los ejércitos
alemanes en ese nefasto 10 de junio de 1940, día en que declaró su entrada a la Segunda Guerra Mundial.

Así que, nos dejaron en el puerto de Cristóbal, donde debíamos tomar otro vapor para llegar a Puerto Colombia. Desembarcamos muy contrariados en ese puerto panameño y la NGI nos remitió a las
oficinas de una compañía naviera alemana llamada Deutsche Gesellschaft Kosmos quien se haría cargo de nuestro traslado a Colombia.
Buscamos un hotel en Cristóbal y permanecimos allí hasta que nos avisaron que esta última escala la haríamos a bordo de un buque alemán mixto, de carga y pasajeros, llamado Sesostris que estaba en camino proveniente de Chile y Perú.



Este era un vapor de 7.224 toneladas, bajo el mando del capitán Karl Ueding, acondicionado con algunos camarotes para pasajeros y que venía cargado con madera, asfalto, café y cacao. Usualmente esta nave hacía un recorrido por países situados en el lado oeste de Sudamerica bañados por el océano Pacífico.
Finalmente, pasados diez días, el Sesostris llegó a Cristóbal,  cargó a los pasajeros que lo estaban esperando y nos transportó a nuestro destino final, Puerto Colombia, a donde llegamos a mediados de 1940.
Nadie, en ese momento, era capaz de predecir lo que le ocurriría a este vapor en el curso de los meses siguientes. Este carguero, de bandera alemana, siguió su viaje hasta Puerto Cabello, donde hizo escala normalmente bajo la protección del gobierno venezolano puesto que para esa fecha Venezuela era todavía un país neutral que no se había involucrado en el conflicto pero que era constantemente vigilado por los aliados debido a sus inmensas reservas de petróleo...

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La foto del Sesostris es tomada de www.microhistoriacaracas.blogspot.com y las otras dos, de wikipedia.

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