Paseo a Pueblo Bello con amigos entrañables (4 parte): recuerdos en tiempos de cuarentena


La casa en mención estaba convenientemente ubicada cerca de un camino que conducía al cerro del Alguacil, una cima agreste situada a 2.480 metros de altitud en donde el Ejército de Colombia tiene instaladas unas antenas de comunicaciones para las transmisiones radiales de las Fuerzas Armadas; también existen allí algo más de 400 de todo tipo de antenas repetidoras pertenecientes a compañías privadas de telefonía y televisión.
Como es de suponer, en medio de esta atmósfera de aburrimiento y aislamiento, los más asiduos clientes de esta casa de prostitutas eran todos los militares del ejército encargados de la vigilancia de las antenas, quienes cada fin de semana visitaban este atrayente lugar en donde  encontraban música bailable, licores de marcas populares y la tan esperada compañía femenina.
Ahí, en una habitación con ventana hacia el camino, nos instalaron tres camas sencillas, en donde, una vez cerrada la puerta, intentábamos conciliar el sueño al compás de la música popular que repetían una y otra vez en un desvencijado tocadiscos.

La tarde del domingo salimos a caminar por las calles de Pueblo Bello donde encontramos, con sorpresa, al doctor Alfonso López Michelsen sentado en el frente de una de las casas, en una banquita, debajo de un frondoso palo de mango. Estaba visitando a unos amigos en su condición de primer gobernador del recién creado departamento del Cesar, cargo que desempeñó entre los años 1967 y 1968.
Después de los inevitables saludos de rigor, nos fuimos alejando lentamente de esa sabrosa parranda dejando atrás las notas que brotaban de un acordeón vallenato.
Es conveniente recordar que este abogado y político liberal ocuparía la Presidencia de la República en el cuatrienio comprendido entre 1974 y 1978 como fundador y líder del MRL, Movimiento Revolucionario Liberal.

Actualmente existe un contencioso entre los mamos arhuacos y el Ministerio de Defensa de Colombia  porque dichos indígenas han venido reclamando al ejército nacional para que les devuelvan la posesión del cerro del Alguacil, que ellos consideran un lugar sagrado donde las tribus de la Sierra han realizado sus ritos de pagamentos desde tiempos ancestrales.
Pero existen numerosos obstáculos legales que han impedido que el Ejército desmonte las antenas allí instaladas razón por las cuales las negociaciones aún continúan lo que ha permitido que los militares mantengan su presencia en ese estratégico lugar.
La demanda en mención ha girado alrededor del hecho de que desde el 30 de enero de 1964 una notaría de Valledupar, mediante escritura pública, le otorgó el derecho de dominio sobre el cerro del Alguacil al Ejército Nacional.
Aún continúan las reuniones entre los mamos y el Ministerio de Defensa Nacional para ver si se llega a un acuerdo consensuado entre ambas partes que no ocasione un daño patrimonial a las millonarias inversiones que allí se han hecho desde hace casi seis décadas.

(Continuará)

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Foto tomada en préstamo sin fines comerciales de la web de Biografías y vidas. 

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