El costado norte de la calle de Las Flores - 3 parte


Toda mi infancia transcurrió aquí, en la calle de las Flores y tengo maravillosos recuerdos de esa época.
En la acera norte, del lado donde yo vivía, en la esquina de Veinte de Julio, habitaba un ciudadano español de nombre Alfonso Gómez, dueño de un negocio de venta de café con la marca "El Deseado"; era un ruidoso lugar en el que se encontraba instalado un potente molino y muy cerca una máquina tostadora de dónde emanaba diariamente un delicioso aroma de café recién procesado que él cuidadosamente empacaba en bolsas de papel que contenían una libra cada una.
Terminada esta labor, por las tardes, se sentaba en una vieja mecedora a fumarse un puro en la puerta del negocio. Café y tabaco. La fórmula perfecta para dejarse llevar por los recuerdos de los tiempos en que vivía en Santo Domingo en República Dominicana.
La siguiente casa estaba habitada por dos señoritas de apellido de la Rosa. Eran dos hermanas muy elegantes y discretas y una de ellas, todas las tardes, se sentaba al frente de su piano y comenzaba a tocar un repertorio de música variada, desde la clásica hasta la popular de la época. Era un regalo para los transeúntes quienes, a veces, se detenían frente a ese amplio ventanal blanco de donde brotaban hermosas melodías a dejar que el tiempo y tus sentidos se llenaran de música.
A continuación vivía la familia Del Vecchio; estaba conformada por Nicolás Del Vecchio casado con Anita Di Ruggiero y padres de una numerosa prole de once hijos encabezada por Victor al que seguían Pascual, Rosina, Rafael, Pedro, Julio, Alfredo, Eduardo, Humberto, Mario y Armando, ¡una mujer entre diez varones!



Infancia de mi entrañable amigo Rafucho

En esa casa tuve la oportunidad de conocer al caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán quien era muy amigo de Pascual Del Vecchio y se alojaba en su casa cuando venía de visita a Barranquilla. Gaitán, después de haberse graduado de abogado en la Universidad Nacional había conseguido terminar un doctorado en Jurisprudencia en la Real Universidad de Roma bajo la guía de afamados profesores italianos de la talla de Enrico Ferri, Cesare Lombroso y Raffaele Garofalo.

Gaitán es el tercero de izquierda a derecha, junto a la familia Del Vecchio

Para ese entonces, 1946, yo contaba con 7 años de edad y hablando en italiano con Gaitán, le contestaba sus preguntas sobre como estaba conformada mi familia, de donde éramos y en qué colegio estudiaba.
Jorge Eliecer Gaitán fue asesinado en Bogota, el 9 de abril de 1948, trágica fecha que cambió para siempre la historia de la república de Colombia. Ese día, en el colegio San José, nos sacaron apresuradamente de los salones de clase y nos enviaron a nuestras casas. Era como la una de la tarde.
En la siguiente casa vivía la familia Romeo y recuerdo que en la misma se encontraba alojado un personaje de nombre Fulvio Asprino, un individuo discreto y circunspecto.
Llegamos a la casona donde vivía yo junto a mis padres, Alfredo Violi, y Rosina Botta; en la otra ala estaba mi abuelo Francesco Botta y en otra habitación, un amigo de la familia llamado Peppe Olivieri el cual tocaba la mandolina magistralmente.



A los seis años, en 1945, aprendí mis primeras letras con la "signorina" Itala Guadagno, quien se desempeñaba como cariñosa maestra en su casa situada en la esquina de la carrera Cuartel (44) con la calle Caldas (38); allí recibíamos clases tres aplicados alumnos: Carlo Faillace, Lorenzo Lenci y yo. En la mañana en lengua italiana y en la tarde en castellano; cuando estuve adecuadamente preparado pasé a un colegio "grande": me matricularon en segundo elemental en el colegio San José regentado por los padres jesuitas.
De la mano del hermano Ramón Sagástume, el archiconocido "Moncho", mis compañeros y yo fuimos introducidos en el mundo de la competividad pues desde un principio estábamos divididos en dos bandos rivales, Roma contra Cartago enfrentados en frecuentes desafíos de conocimientos cuyo puntaje se anotaba con estricta precisión en un gran tablero negro.
Fue una maravillosa experiencia: en esos años de colegio disfruté de la amistad de muchos compañeros y empecé a descubrir los nuevos retos que la vida me presentaba.


Mi foto disfrazado de Aladiín fue tomada en el Hotel Astoria en 1946 en el cumpleños de Carlo Failace.

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