Paseo en la Sierra Nevada de Santa Marta con buenos amigos: recuerdos en días de cuarentena (FINAL)


El objetivo de nuestro paseo no se detuvo en ningún momento: la expedición debía continuar. 
Se alquilaron dos camperos trepamontañas que no eran cosa distinta a un Jeep que había sido modificado, instalándole en la parte posterior un platón de estacas de madera que servía  para el transporte de mercancías y pasajeros y allí nos acomodamos de la mejor manera posible.
En estos precarios vehículos iniciamos nuestro ascenso por una carretera destapada que serpenteaba temerariamente entre curvas estrechas, bordeando unos abismos impresionantes después de los cuales se llegaba a un discreto poblado de unas 60 casas de bahreque con armazón de caña brava y techos de paja, un recinto amurallado por un compacto cercado de piedras. Este apacible y silencioso lugar se encuentra a unos 25 kilómetros de Pueblo Bello y tiene un lindo nombre: Nabusímake.
Por unos escalones de piedra ingresamos al recinto habitacional y pudimos socializar un rato con los amables pobladores de estas casas quienes en ningún momento dejaron de masticar una mezcla de cal con hojas de coca que conservan permanentemente en sus poporos.
En este sitio se respiraba una atmósfera de tranquilidad y sosiego pues no esta expuesta a ruidos externos que alteren la paz y la serenidad que ahí pudimos percibir.
La visita terminó no sin antes haber echado una mirada al pico Cristóbal Colón, con sus 5.775 mts. de altitud lo cual lo ha convertido en la mas grande cima montañosa ubicada frente al Mar Caribe.



De Nabusímake nos dirigimos a la casa de residencia de los padres capuchinos donde íbamos a cocinar y consumir la pasta y el vino que habíamos comprado en Valledupar pero la suerte no nos acompañó en esta ocasión: los padres habían salido y la residencia estaba vacía. Una gran frustración. Con la empleada doméstica que nos atendió dejamos nuestros nombres y las intenciones de disfrutar de una gran comilona. Esa fue la despedida de una fallida visita a San Sebastián de Rábago. 

Y así también terminaron los cuatro días de carnaval. Todos ya muy callados retomamos el camino de regreso a Barranquilla. Volvíamos con nuestras mochilas arhuacas cargadas con imborrables recuerdos e inolvidables experiencias.




Entradas más populares de este blog

La muerte de papa Inocencio VIII y los misterios de su tumba

Los cuatro viajes de Cristóbal Colón y su fallecimiento

El final de dos barcos durante la segunda guerra mundial: Virgilio y Sesostris